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jueves, 16 de diciembre de 2010

Silencio por favor!

Todo un desafío es para mi el comenzar a la mañana.Sea la hora que sea, por lo general, necesito un tiempo de tranquilidad, como para encontrarme conmigo mismo. No tengo mal humor, pero si, me molesta, que me bombardeen con comentarios ni bien me levanto. Y no por malo, sino que en breves instantes ya habré olvidado lo que me han dicho. Me gusta acostarme tarde, de verdad que no puedo hacerlo temprano, y me disgusta tener que dejar mi tan cómoda cama, aunque eso no quita que lo haga y que es muy probable que me levante sin problemas, aún durmiendo tres o cuatro horas.
Cuando trabajaba en una empresa, me levantaba muy temprano. Ponía el despertador cincuenta minutos antes del horario de salir. Mi trabajo quedaba a unos cuarenta y cinco minutos en colectivo. Me levantaba antes para desayunar, cosa que nunca logré. Quedaba mi taza con su contenido casi completo, mientras yo dormía en la silla y tomaba un trago largo antes de la hora y allí me iba! Eso tenía poco sentido, así que simplemente opté por levantarme con el tiempo justo y me iba sin intentar desayunar.
Una de las cosas que aminoraba mi "mal humor" por el sueño existente, era saber que podría dormir en el colectivo. El 135 comienza su recorrido cerca de mi casa lo que me aseguraba un asiento. Cuarenta y cinco minutos eran fantásticos a las seis de la mañana. Lo que me molestaba muchísimo, y mostraré mi lado antipático, era encontrarme con alguien conocido que se sentará a mi lado y comenzara a hablarme todo el viaje! Pero de todas las personas que podían subir, había una, mi vecino, que me molestaba en demasía. Él era una maquina perfecta de hablar ininterrumpidamente por horas (seguramente se te vino alguien a la cabeza), y un viajecito tan breve no era problema para él. Cada vez que subía desplegaba su ataque verborrágico. Sinceramente yo no sabía que cara poner! Cómo lograr que mi rostro no denotara lo que realmente sentía. Pero no solo eso, yo resignado intentaba acotar, hacer algún comentario y no lo lograba. Creo que él hasta no respiraba para no dejar un solo segundo de silencio. Básicamente se trataba de un monólogo, tanto así que no se dejaba escuchar.
Pasó mucho tiempo, ya no trabajo más en la empresa, ya no viajo más en el 135, ya no encuentro a mi vecino, ni  viajo tan temprano. Pero hoy me siento haciendo aquello que, en ese tiempo, tanto me molestaba. Y ahora no es en un lugar específico, pero las formas son las mismas. Con el paso del tiempo, me encuentro a mi mismo hablando sin parar, despojándome en palabras de todas mis angustias. Hoy me veo a mi mismo hablando sin parar, desesperado por expresar como me siento. Lo mas triste es que veo en ese Robert del 135 a Dios, queriendo decir algo, lo veo tratando de entenderme, pero aturdido por mi verborragia que tiene mucho de sentimiento pero poco de conversación! Que triste que esa sea mi calidad de comunicación. Que triste que solo se trate de mi, que no le dé tiempo a decir algo.
Ya no hay tiempo en silencio con Dios. Ya no existen conversaciones  como nos enseñaban en el colegio, emisor-receptor y viceversa. Hoy solo se trata de un monólogo liberador como para sentirnos mas aliviados.
Dos orejas, una boca! Lo sabemos no? Si lo llevamos a una pareja, jamas podría crecer una relación en donde uno solo habla. Acaso creemos que nuestra relación con Dios si podrá resultar de esa manera? Sin lugar a dudas uno de los grandes atributos de Dios es su multiforme manera de comunicarse, de hablar. Te invito a que busques la que mas te guste y lo escuches. Te invito a incorporar el silencio dentro de tus hábitos, te invito a que aprendamos a escuchar mucho más y hablar menos. Que mucha falta nos hace!