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viernes, 16 de abril de 2010

Mi cuaderno...

Vivía en Uruguay, tenía seis años y comenzaba una nueva etapa en mi vida, la expectativa estaba puesta en lo que sería comenzar 1° grado. Un gran desafío se asomaba.
El preescolar había estado bueno, la primaria se desarrollaba en el mismo edificio, muy lindo por cierto, que tenía un parque muy grande (o quizás no era tan grande, pero vieron que a esa edad todo es muyyy grande) .
Muy emocionado iba de la mano de mi madre, quien me acompañó en tan importante momento. Útiles nuevos, un guardapolvo reluciente y algo que nos hace particulares a los estudiantes Uruguayos: un moño azul en el cuello! Hoy después de tanto tiempo me resulta extraño verme en alguna foto, pero yo estaba orgulloso ese día de mi nuevo atuendo.
Cuando estaba en preescolar recorría el sector del primario, recuerdo que había un aula al lado de la mía que era muy pequeña. No me gustaba, y mi temor era que esa fuera el lugar donde viviría mi primer grado. Y justamente ahí fué a donde nos dirigimos en fila luego de recitar el saludo a la bandera. No había sido un buen arranque, pero la emoción era mucha y ese detalle no fue suficiente para arruinar tanta expectativa.
Entramos, nos sentamos y allí estaba la maestra. Se la veía muy seria, muy exigente, que diferencia con mi maestra del año anterior! Nos miraba seria, no dijo ni una sola palabra hasta que hicimos silencio. El primer paso fue darnos la bienvenida e informarnos que esta era una nueva etapa, que ya habíamos dejado el preescolar atrás. Se acercó a cada banco y comenzó a entregarnos a cada uno un cuaderno, al terminar se volvió a sentar en su escritorio y jamás voy a olvidar las palabras que con voz firme nos dijo:
-Ese es su Nuevo cuaderno! No se les ocurra perderlo!!!
Un silencio frío recorrió el aula. De verdad esto era diferente. Esta si era una nueva etapa. Supuse que esa era el precio de crecer!
Veníamos en la etapa de adaptación y adivinen que me pasó al tercer día de clases? Si así es, perdí mi cuaderno nuevo! NO me pregunten cómo, solo lo perdí. Cuando regrese a mi casa me puse a jugar y luego a la noche cuando lo busqué no estaba! Una mezcla entre tristeza y desesperación se apoderaron de mi! Creo que fue mi primera gran crisis! Que haría al otro día? Con que cara me iba a presentar frente a mi maestra a decirle que había perdido mi cuaderno? Estuve mal toda la noche, mi cara cambió, mis manos transpiraban, no dejaba de pensar en ello. Nervioso me fui a dormir y daba vueltas de un lado al otro, es increible la forma en la que viví esa situación. Al despertarme al otro día, con la misma desesperación, pero a minutos de ir al colegio, se me ocurrió algo, decidí que me sentiría mal, quizás un poco mal me sentía porque tantos nervios ya hacían que mi estómago estuviera retorcido, pero igual busqué mi mejor cara de enfermo y cuando mi madre me vino a despertar le dije con vos suave:
-Me duele la panza!!!!
-Mucho? preguntó mi madre
-Siiii, dije yo, muchoooo!
-Bueno quedate, hoy no iras al colegio.
Que alivioooo! Que actorrrr!! Jajaja! Había superado la prueba. Aunque fue increíble lo rápido que me alivié porque al rato ya cansado de estar en la cama, me levanté y me puse a jugar.
Había logrado un día más para poder solucionar mi problema, o solo dilataba algo que me hacía mal de solo pensar.
Al otro día y luego de realizar una actuación más convincente aun logre que me dejaran otro día más en casa. Uff, gané un día mas, en realidad tres porque ya era viernes. La verdad que lo único que logre fue prolongar mi agonía, jaja! Si! porque estuve todo el fin de semana pensando en que inevitablemente el lunes llegaría!
Y, como todo en la vida, llegó! Y ya no había ninguna excusa que me salvara. Una noche largaaa y difícil, el camino a la escuela se hizo mas corto que lo de costumbre. La cara de mi maestra la mostraba más enojada esa mañana. Tome aire, agarré todo el valor que pude, me acerqué a su escritorio, mis pasos lentos querían evitar llegar a destino, mi voz que no quería salir. La maestra levanta su vista y casi cerrando mis ojos le digo:
-ehhhh, perdí mi cuaderno… el ambiente se volvió tenso.
Ella bajo su mirada y contestó:
-Toma acá tienes otro, pero no lo pierdas!
Ehhhhhhhhhh, eso era todo???? Sufrí cuatro días para que ella me dijera solo: acá tienes otro??
Fue increíble, una mezcla entre alivio, alegría y vergüenza se apoderaron de mi, pero ya tenía mi nuevo cuaderno nuevamente. Me habían sacado una mochila de 500 kilos!!!
A veces pienso que muchos de nosotros llevamos cargas que no debemos llevar. Que cargamos con pesadas bolsas con diferentes contenidos que hacen que nuestro transito en la vida sea duro y muy difícil de andar. Nos conformamos con eso, y vamos resignando alegrías y oportunidades tratando de pasarla lo menos mal posible. Es ridículo pensar que fuimos diseñados para vivir una vida así. Muchas veces sufrimos o no disfrutamos de la vida en su plenitud por soportar cosas que simplemente deberíamos dejar en manos de quien nos habló de que él sería nuestro descanso. Cuantas veces sentimos vergüenza, miedo, o que se yo que cosa como para acercarnos a Dios. Y el está allí esperándonos para mirarnos con amor y regalarnos un nuevo cuaderno. Él hace nuevas TODAS las cosas, y sabes que significa TODAS? Si, TODAS! No vale la pena CONTINUAR ni un segundo más llevando lo que no nos corresponde, Jesús dio su vida para que podamos dejar nuestras cargas en él. Y cuando lo hagas sentiras lo mismo que yo, pensaras: por que no vine antes? Te daras cuenta que sus brazos siempre estuvieron abiertos, que en su pecho solo hay amor para dar, un amor maravilloso!

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